Historia de Lancia


Nacido en Fobelli, Italia, en 1881, Vincenzo Lancia no quiso continuar con los prósperos negocios familiares. Ya adolescente, hizo algunos cursos de contabilidad, pero muy pronto comenzó a trabajar en la fábrica de automóviles Ceirano en 1898.

Cuando Giovanni Agnelli adquirió la empresa de Ceirano para formar Fiat, Vicenzo Lancia, con sólo 20 años, se convirtió en jefe de pruebas, y pronto formó parte del equipo oficial Fiat de carreras junto al célebre Felice Nazzaro, obteniendo numerosas victorias que lo hicieron ser considerado como uno de los mejores pilotos europeos de la época.

Vicenzo Lancia, sin embargo, tenia sus propias ideas de cómo debían construirse los automóviles y en 1906, asociado con Claudio Fogolín, fundó su propia marca.

Los coches de Lancia no eran competencia directa de los Fiat y por ello siguió como piloto oficial de la marca hasta 1910.

El primer modelo de Lancia, en 1907, ya tenía un motor que funcionaba a 1,450 rpm. El Lancia de 1908 tenía 30 hp y giraba a 1,800 rpm.

Lancia adoptó en 1911 su nuevo escudo con el asta y la lanza superpuestas a un volante.

Lancia decidió por aquel entonces, que sus modelos se denominarían de acuerdo con el alfabeto griego y así, su primer vehículo, del que se harían 100 ejemplares, se conoció comercialmente como Alpha.

El Theta de 1914 fue el primer coche europeo en utilizar electricidad, tanto para el motor de arranque como para las luces.

Cinco años más tarde, con el Trikappa, introducía un interesante motor de 8 cilindros en V, tras un fallido intento de utilizar un propulsor de 12 cilindros, pero es en 1923 cuando se consagra definitivamente con el modelo Lambda.

Fue con éste automóvil con el que se establecen las bases para la carrocería autoportante, ya que el tradicional conjunto de largueros era sustituido por una «caja» metálica, abierta por la parte superior y con grandes huecos laterales para las puertas, lo que aligeraba el conjunto.

Por si fuera poco, el Lambda incorporaba una suspensión delantera independiente, con muelles y amortiguadores hidráulicos concéntricos, una patente del propio Lancia.

Desde entonces, los Lancia se han caracterizado por su vanguardismo técnico y refinamiento en conceptos como las suspensiones y el confort.

El primer Lancia autoportante es el Augusta de 1933, que comparte con Citroén esta innovación y añade un interesante motor de 4 cilindros en V, de muy compactas dimensiones y un funcionamiento excepcionalmente suave para la época.

Mientras vivió Vicenzo, sus automóviles no participaron en competiciones automovilísticas, pero éstas llegarían con enorme éxito, unos años más tarde.

Tras el paréntesis de la guerra, durante la cual Lancia se dedicó a fabricar carros de combate, se reanuda la actividad con el modelo Aurelia en 1951, un derivado del Aprilia de 1933, en el que por vez primera la carrocería tenía importantes concesiones a la aerodinámica.

El Aurelia, con el motor de 6 cilindros en V y el cambio en la parte posterior, fue otro de los modelos revolucionarios de la época: frenos a la salida de la caja de cambios y una versión Spider diseñada por Pininfarina.

Luego llegarían el Flaminia (1956), con frenos de disco, y el Flavia de 1971, con suspensión delantera por brazos oscilantes y circuito de frenos cruzado.

El Stratos de 1972 fue el coche más emblemático en las competiciones deportivas de la década de los 70, con cinco victorias en Montecarlo y tres títulos mundiales.

Lancia es, por tanto, sinónimo de innovación y elegancia. Adquirida por Fiat en 1972, es hoy la marca que representa estos conceptos en el consorcio italiano, con una profunda renovación estética iniciada a finales de los noventa con el modelo Lybra.
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